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Europa dice basta al greenwashing

Desde el pasado año, hay nuevas reglas para frenar la publicidad verde engañosa, pues en marzo de 2024 se aprobó una Directiva que es un paso importante para luchar contra el greenwashing esas afirmaciones ambientales vagas o falsas que hacen parecer más sostenibles a muchas marcas. Debe estar incorporada en las normativas nacionales antes de marzo de 2026.

Información sí, lavados de cara no

El objetivo de la Directiva Europea 2024/825 es claro: que las empresas solo puedan comunicar información ambiental veraz, clara y comprobable sobre sus productos o servicios. Los países de la UE deberán adaptar la norma antes de marzo de 2026 y aplicarla a partir de septiembre del mismo año

 

¿Qué cambia con esta Directiva?

Las empresas tendrán que ser responsables de la información ambiental que dan. La Directiva actualiza las normas sobre prácticas comerciales desleales y derechos de los consumidores, y añade controles específicos sobre:

 

  • Obsolescencia prematura, cuando los productos están pensados para durar menos.
  • Mensajes engañosos sobre sostenibilidad o impacto ambiental.
  • Distintivos o sellos falsos o poco fiables.
  • Además, se prepara otra norma complementaria, la Directiva de Alegaciones Ecológicas (Green Claims), que regulará qué sí se puede decir y bajo qué condiciones.

 

Con la nueva ley, se acabarán frases genéricas como “respetuoso con el medioambiente”, “sostenible”, “ecológico” o “biodegradable”, porque pueden inducir a error. Ningún producto es totalmente inocuo: todos dejan huella ambiental.

También se prohíben expresiones como “cero emisiones netas” o “climáticamente neutro” si no están basadas en datos verificables o compromisos reales y auditados por terceros.

Incluso se vetan frases irrelevantes o absurdas, como “hojas sin plástico”, cuando ese material nunca formó parte del producto.

 

Buena noticia para los consumidores

Limitar las afirmaciones vagas y obligar a las empresas a dar datos concretos y contrastables ayudará a recuperar la confianza del consumidor y a tomar decisiones de compra más conscientes. La norma europea supone un paso firme hacia un consumo más transparente, donde la sostenibilidad no sea solo marketing, sino una realidad demostrable.

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